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Señor, cómpreme la arepa...

Así le decía una señora a uno, ofreciéndole unas arepas de trigo que ella misma hacía y vendía en las calles del pueblo. Esas benditas arepas se parecían a la cara de la señora; era una viejita gordita y bajita y tenía la cara del color de las arepas, a pedazos entre amarilla y rosada y otros entre blanca y rojiza, pero qué deliciosura eran esas arepas, comérselas con un pocillado de café negro recién colado.




Era tan intensa la repetidera de la señora, con ese sonsonete "señor, cómpreme la arepa", "señor, cómpreme la arepa"... que era casi imposible no comprarle una, así sea para quitársela de encima. Claro que, a los que les gustaban las arepas, no se hacían mucho del rogar.


Yo, aún tengo grabado el estribillo en el oído, en la memoria o en el subconsciente, no sé dónde carajos, pero lo escucho claritíco cada vez me acuerdo, como si la señora estuviera detrás mío ofreciéndome las arepas, en su canasto de mimbre, arropadas con un trapo blanco como si llevara un bebé de meses paseando.


La señora vestía siempre con un camisón enterizo de colores diversos, casi siempre con flores, que le llegaba hasta la mitad de las pantorrillas, regordetas y blancas como una yuca; se calzaba a diario con unas cotizas negras, como las que usan los Nazarenos en Semana Santa, en cuya punta se asomaba la uña del dedo gordo; la suela, si podía durar mil años, no se desgastaba por ningún lado, así el dueño caminara chueco, de verdad, eran eternas.


Ah momento aquellos, en los que uno, que no tenía para comprar la arepa, se llenaba al menos con el olor de ese manjar recién salido del horno. Esta parte me hizo acordar de un chiste, ya para terminar...


"Una vez, una pareja de músicos aficionados, cansados de dar tocatas en los buses, sin haber conseguido ni para el almuerzo, se pararon en la entrad de un asadero de pollos, y el hijo, muerto del hambre, le dijo al papá:

- Papá compremos pollo, tengo mucha hambre y con ese olor tan bueno, se me alborotaron las tripas.

- El papá le dijo al chino: Mijo, usted aprendió a tocar guitarra, por nota o por oído?

- El muchacho le respondió: Por oído papá.

- El señor le dijo: Entonces aprenda a comer por olfato , porque plata no hay, mijo"



Te mando un fuerte abrazo.


arfilior

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