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Las Madres nunca mueren...

Sion amá, déciamos todos, entrando uno a uno por el zaguán con regalos en las manos el Día de las Madres.


Dios lo bendiga mijo o mija, decía mi mamá, qué más todo por allá.


Todo bien mamá, ¿gracias a Dios y usted qué tal?


Ahí bien, será, respondía ella con resignación y confianza, y encimaba diciendo: Ya hay cafesito colado y arrimándose con el posillo echando humo decía, umm, y se lo largaba a uno.


Después se ponía el chiril para ir a misa y cuando volvía, ya estábamos todos en la preparación del agazajo.


Se sentaba en una silla en el patio y empezaba a destapar los egalos; cómo le gustaba a ella descubrir los regalos! tanto, que si uno no estaba presente, los desenvolvía con cuidado para no dañar el empaque o la bolsa. Esa sirve para algotra cosa mijo, decía mirándolo a uno con pucardía.



Hasta hoy, no hemos roto el ritual, siempre volvemos y vemos en nuestras hermanas, a ella, ahí sentada en el patio viéndonos llegar.


Sion amá y bendición para todas las madres por siempre.


Nos vemos pronto.


arfilior

 
 
 

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